He leído un poco tarde este mensaje que revitaliza la tradición del nacimiento de Jesús, el Mesías, en un establo humilde de Belén y que sirve para reafirmar en los cristianos su fe en ese niño que acabaría transformando el mundo. Por eso felicito a Julio Shiling por recordarnos el papel inspirador que tuvo S. Francisco de Asís para promover esta tradición.
Efectivamente, S. Francisco vivió en una época en la que la corrupción contagió los círculos eclesiásticos, pero como señaló un contemporáneo, fue trascendente la predicación de los hermanos y hermanas franciscanos,
"personas de ambos sexos, ricas y mundanas, que han renunciado a las posesiones y que, por amor a Cristo, han dado la espalda al mundo". En resumen, Francisco inició un renacimiento religioso que se extendió por toda Europa y posteriormente al resto del mundo.
Su humildad era proverbial y cuando la orden se extendió por toda Europa, Francisco decidió que no era la persona mejor calificada para continuar al frente de una gran organización, por lo que después de escribir una nueva Regla y su Testamento (en cierto sentido, sus últimos deseos), presentó su renuncia, instando a sus hermanos a mantener las normas primitivas que habían inspirado a la orden desde sus principios.
Fue en sus últimos años que Francisco popularizó el acontecimiento de Belén en vivo para resaltar la pobreza en la que nació Cristo. En 1224, en un retiro en la cima de una montaña, Francisco tuvo un encuentro místico que lo dejó con heridas sangrantes en los pies, las manos y el costado, el primer caso registrado de estigmas. Años después quedó ciego.
En sus últimos años compuso su famoso
Cántico del Hermano Sol. De este poema, Francisco obtiene su merecida reputación como alguien que se deleitaba en la creación de Dios:
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.
Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.